“Atenderemos la cultura de todos los argentinos”

Entrevista Jorge Coscia
El Nuevo Ministro de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, se considera como el secretario de un proyecto político que comparte con la Presidenta y rescata el valor de la cultura en el proceso de transformación nacional. Para el cineasta y ex diputado nacional, los países son tan exitosos como su proyecto cultural.

Asumió como nuevo Ministro de Cultura de la Nación: Jorge Coscia. Su cargo se precipitó tras la renuncia de José Nun en el marco de un recambio generalizado de los puestos más importantes de Gabinete en el Gobierno. El nuevo secretario, autodenominado como un “peronista de izquierda”, comenzó su carrera en la administración pública en 1999, como asesor en Cultura de la Dirección General de Escuelas de la provincia de Buenos Aires. Luego se desempeño durante cuatro años como director del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales y desde 2005 hasta la fecha, ocupó la banca de diputado nacional. El cineasta, habló durante la entrevista, entre otras cosas, sobre la necesidad de una ley Federal de Cultura, los preparativos para el Bicentenario, la ley de Radiodifusión, las industrias culturales, y el MERCOSUR cultural.

Fue director del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, y tras ese cargo se desempeñó como diputado, ¿de qué modo evalúa sus experiencias anteriores a la hora de asumir esta nueva función otorgada por la nación?

A lo largo de mi vida, siempre estuve conectado con el mundo del arte y esto me compromete. Para ejercer este cargo ejecutivo, aprovecharé mi experiencia como diputado en la búsqueda de consensos, y también mi trabajo al frente de un organismo de Cultura, como el INCAA, del que me hice cargo cuando el país se derrumbaba. Eso me dio mucha fuerza y experiencia, y me hizo ver que la crisis puede ser también una formidable oportunidad: durante mi gestión en el Instituto, se filmaron 250 películas.

Fundamentalmente, me considero el secretario de un proyecto político que está en marcha desde 2003, y comparto con la Presidenta mi visión de la cultura en el proceso de transformación nacional. Creo que los países son tan exitosos como su proyecto cultural, y por eso, desde la Secretaría de Cultura de la Nación, atenderemos la cultura de todos los argentinos, y no los intereses de una corporación o del mundo de la cultura solamente.

La asunción de su cargo se desarrolla a partir de la renuncia de José Nun, ¿en qué estado siente que recibe la gestión, cuáles son los puntos fuertes y las fracturas con las que se encuentra en el sector a la hora de emprender este mandato?

Aquí no hubo un cambio de gobierno. Tengo mis propias ideas y una tradición política que me respalda, pero soy el sucesor de José Nun –a quien respeto y no un antagonista. Hay continuidad de gestión, y me propongo impulsar políticas culturales proactivas y federales, que tiendan a la inclusión social y a la integración regional.

José Nun renuncia tras una larga espera en reclamo de un mayor presupuesto, que fue contestado con una disminución de los fondos en un 20%. ¿Piensa que el aumento en el presupuesto de Cultura es impostergable para el Gobierno?

La cultura siempre es prioritaria; es una herramienta fundamental en un proyecto de transformación nacional. No debe entenderse como una cuestión de segundo orden. Considero que no existe proyecto de país que pueda llevarse adelante sin impulsar la cultura. Los países que no le dan relevancia a sus políticas culturales son países inmunodeprimidos, sin identidad.

El Gobierno del que formo parte ha hecho una defensa muy clara de muchas actividades culturales, por ejemplo, la política cinematográfica ha sido la más exitosa en décadas, con récords de producción. Se lograron reivindicaciones para los actores, se promovió la presencia cultural en el exterior, y se realizaron gestos históricos trascendentes, como la recuperación del mural de Sequeiros. Pienso que tiene que haber mayor presupuesto para la Cultura, debatido con criterio realista. Lo ideal sería acercarnos al promedio histórico de los países que tienen políticas culturales sólidas, y ese porcentaje habría de tender al uno por ciento del PBI, que es el monto que recomienda la UNESCO.

Por otra parte, los ajustes presupuestarios hicieron que muchos programas nacionales y proyectos queden paralizados por falta de financiamiento, las asignaturas pendientes en el área cultural se han acumulado, ¿cómo cree que hará frente a estas demandas?

Nos proponemos realizar un trabajo profundo y coordinado con los ministerios y direcciones de Cultura de las provincias y los municipios del país. Su colaboración para llevar adelante políticas verdaderamente federales es insustituible. La clave es integrar políticas, y la Secretaría de Cultura de la Nación debe coordinar esos esfuerzos conjuntos. La articulación potencia, es algo que aprendí trabajando en la Ley de Cine, donde el órgano principal es la Asamblea Federal.

El anterior secretario de cultura, en un intento por reducir la brecha cultural, dejó en discusión los borradores de una ley federal de cultura, ¿está en su voluntad continuar con este proyecto?

Por supuesto que seguiremos impulsando las iniciativas federales. No concibo llevar adelante la política cultural de los argentinos sin que esta política tenga un profundo sentido federal. Uno de los ejes de mi gestión apunta a dar forma a una Ley Federal de Cultura que otorgue cierta estabilidad al presupuesto del área –que se podría fijar por ley y que haría posible una especie de coparticipación con las provincias. Otra de las ideas es crear un Instituto de Cultura Argentina, similar al Instituto Cervantes de España, que lleve expresiones locales al exterior.

Su asunción se realiza a poco menos de un año de celebrarse el Bicentenario, una de las grandes apuestas culturales para el gobierno. ¿De qué modo marchan las actividades a desarrollarse en el marco de este evento que genera tantas expectativas ciudadanas?

Al asumir el cargo, la Presidenta de la Nación me encomendó trabajar con otras áreas del Gobierno y también con las provincias en la organización de las actividades conmemorativas del Bicentenario. A propósito de este momento histórico, impulsaremos acciones que sirvan para estimular el pensamiento entre los ciudadanos. Nuestra intención es que estos doscientos años nos sirvan para reflexionar acerca del proyecto de país que queremos para los próximos cien.

Muchos intelectuales han formado un núcleo de acompañamiento y otros se han replegado en contra al gobierno, ante algunas contradicciones y luego de las declaraciones de Di Tella “la cultura no es prioridad para este gobierno”, ¿De qué modo replantear el consenso?

En lo personal y por mi trayectoria política, puedo afirmar que soy un hombre de diálogo; prueba de ello son mi gestión en el Instituto de Cine y mi labor parlamentaria: en las dos comisiones que presidí hasta aceptar mi cargo actual, siempre he buscado el consenso en los dictámenes. Formó parte de una tradición política que reivindico. En el país, hay un modelo que jerarquiza la producción, el trabajo, la justicia social y la memoria. Me siento totalmente compenetrado con este proyecto, que, entiendo, es la mejor expresión política de la vida democrática reciente.

Vengo a reafirmar un modelo en el cual la cultura tiene un papel que realizar y el Estado debe tener un espacio participativo y abierto. Pero que nadie sienta esto como una voluntad de exclusión, porque soy el secretario de Cultura de todos los argentinos. Cuando se habla de diálogo y de confrontación de ideas, me parece que lo malo es enmascarar nuestras pertenencias y pensamientos. Cuando se explicitan con sinceridad, las discusiones resultan saludables para la democracia.

La concentración multimediática, y el manejo y manipulación ciudadana de la opinión pública se ha convertido en un monstruo sin control, desde su nuevo cargo, ¿trabajará en materia de políticas de comunicación y en la nueva ley de radiodifusión?

A menudo, me ocurre algo curioso: soy parte del Gobierno, pero cuando enciendo la televisión, me doy cuenta de que también soy oposición. Creo que no se puede separar el debate cultural del debate comunicacional: cultura y comunicación van de la mano. Sin duda, en la Argentina existe una gran concentración en la propiedad de los medios; muy pocas personas acumulan muchísimo poder, y no sólo tienen intereses económicos en los medios, sino también en algunas cuestiones que son hoy objeto de debate del modelo de país.

Creo que el grado de politización es muy alto: varios medios se han comportado no como intermediarios en el debate entre la sociedad y el poder político, sino que, muchas veces, han tenido una posición política directa. Por eso, me parece que sería muy útil democratizar genuinamente la comunicación en la Argentina, para abrir el juego y permitir que se escuchen otras voces. Y ese es el espíritu de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Según estudios la industria cultural argentina genera ganancias que superan el beneficio de servicios básicos, aunque sigue presentando un carácter estructuralmente deficitario respecto de las importaciones. ¿Cómo piensa seguir estimulando esta industria?

Los bienes culturales son los únicos productos que un país no puede importar. En mi gestión, será clave el impulso a las industrias culturales, tanto por su poder simbólico como por el trabajo genuino que generan. No se puede reducir el fomento de la cultura a una mera vía presupuestaria. En la Argentina de hoy, hay quienes creen que el Estado no debe intervenir en la cultura. Yo, en cambio, defiendo la excepción cultural como concepto, es decir, que la cultura sea exceptuada de impuestos que recaen sobre el resto de las industrias.

Nuestro país tiene una enorme vocación por la cultura, tanto por consumirla como por hacerla. En mi gestión, buscaré facilitar que nuestras industrias culturales crezcan en la misma medida en que crece la avidez de los argentinos por consumir cultura. Por ejemplo, la industria editorial argentina ha crecido, como crecieron casi todas las industrias, pero nosotros nos planteamos la creación del Instituto Nacional del Libro para fortalecerla. Ese es el rol del Estado: apuntalar.

La concentración de poder atenta contra el libre acceso a la cultura y la información traduciendo a escala cultural lo que a nivel social y económico divide a ricos de pobres, ¿de qué modo cree que es posible reducir la brecha de acceso a los bienes simbólicos?

La endogamia cultural es dañina. El Estado debe promover la libertad creativa en todas sus formas, para que todos podamos ser protagonistas en materia cultural, no sólo consumidores de cultura. Cuando hay libertad de expresión genuina, con fomento, ayuda y soporte desde el Estado, lo que se produce es un fenómeno de verdadera polémica y debate en el campo cultural, que enriquece a la sociedad en su conjunto.

Ante realidades como la mundialización de la cultura y la formación de áreas regionales como el MERCOSUR, ¿cree que es importante acompañar los procesos económicos de integración con políticas culturales?

Estoy convencido del poder de la cultura para construir y fomentar la integración de Latinoamérica. Desde la Secretaría de Cultura de la Nación, procuraremos que nuestros museos se abran, y que nuestras músicas, nuestros escritores y nuestras imágenes lleguen a toda la región. Mi primer viaje, a pocos días de asumir, me permitió reunir dos prioridades: visité el Paraguay, con motivo de una muestra sobre la Guerra de la Triple Alianza, donde se exponían pinturas de Cándido López. Allí me reuní con las autoridades de Cultura de Paraguay, de Asunción, y también de cuatro provincias argentinas: Formosa, Corrientes, Chaco y Tucumán.

El trabajo federal –que reivindico hay que entenderlo como articulador de la integración de la “Patria Grande”. Cuando uno va a Formosa, por ejemplo, la relación de los formoseños con Asunción, con Paraguay, es mucho mayor que con Buenos Aires. Hay que sacar provecho de eso y construir una política latinoamericana que tenga a la cultura como amalgama fundamental. El MERCOSUR ha sido un proceso que, fundamentalmente, protagonizaron los economistas, los políticos, pero me parece que falta lo que en definitiva es lo que más nos une.

¿Qué lugar ocupa para usted lo local frente a los desafíos incorporados con la globalización?

Sobre la relación entre lo local y lo global, es tan poderosa hoy la hegemonía de la producción cultural de los Estados Unidos en materia de cine, o de otros países en materia editorial, que resulta fundamental para los Estados tener políticas activas que protejan su producción cultural. Por ejemplo, muchos de nuestros chicos saben más de la vida cultural norteamericana que de la propia cultural. Por eso, es deseable buscar un equilibrio: podemos ser buenos consumidores de lo universal, pero vamos a ser mejores consumidores si tenemos una industria cultural vigorosa.

Escrito por: Javier Cusimano
Fotografía: www.elargentino.com

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