"La Gloria"

No sólo decir “barrio La Gloria” nos trae recuerdos a la mente –quizás muchos de ellos negativos por lo que hemos consumido a través de los medios-, también el apellido Laporte puede sonarnos conocido.

Tomás Laporte (43) fue el taxista asesinado en otro barrio “peligroso” de Godoy Cruz, el Campo Papa, durante un intento de asalto. La vida del hermano del párroco se fue en cuestión de minutos por un balazo, que habría sido disparado por un chico de 14 años.

Pese a este episodio trágico en su vida y sabiendo que esa bala dejó demasiado dolor, demasiada impotencia y un sinfín de sentimientos encontrados –que cualquier familiar de una víctima de la inseguridad podría dar testimonio, como lo hizo la hija del taxista-, el padre Laporte se levanta cada día con la convicción de que su “mundo” puede cambiar.

Ése mundo tiene lugar de partida en “La Gloria”, lugar donde las bandas se enfrentan por controlar mucho más que las manzanas del barrio, lugar donde en apenas la primera quincena del año la venganza se cobró tres vidas, lugar en que el honorable Contreras apostara porque hay muchos vecinos que quieren salir del estigma que la sociedad les dio, lugar que, ahora, Laporte elige para vivir y que en esta entrevista trata de describir: con la cruda verdad, pero con profunda esperanza.

- Has tenido unos días atareados con el barrio.

- Más que atareados, han sido días preocupantes porque uno se va cansando de la situación. Te cansás porque ves cómo la gente sufre y se tiene que acostumbrar y no le queda a otra.

- ¿Se acostumbran a ser nuevamente titulares en las portadas de los diarios?

- Eso duele porque la gente sabe que hay noticias que venden y que hay situaciones que deben ser informadas. Pero, lo que más complica es tener que vivir escondidos, que salís a la calle y no sabés qué te puede pasar porque en las balaceras no siempre el que termina caído es alguno de los que se estuvo tiroteando. El martes 29 de diciembre, tuvimos el pesebre en la parroquia y lo terminamos escondiéndonos en el templo porque había un tiroteo en la esquina. Pero, al otro día, ves a los vecinos que vuelven a luchar y salen a trabajar. Parece que lo común hay que aceptarlo y termina siendo parte de la normalidad. La gente sabe que la Policía sólo va a estar un tiempo; después se van a ir y los problemas van a seguir.

- Te tocó reemplazar al padre Jorge Contreras hace dos años, ¿en este tiempo sentiste que hubo algún momento de paz en el barrio?

- Sí, hay muchos momentos donde el barrio está muy tranquilo. En palabras de la gente se define: “parece que no estamos viviendo acá”. Durante el mes de octubre y noviembre estuvo muy tranquilo. En época de las fiestas, todo se comienza a complicar. Hay épocas en el barrio muy tranquilas y otras de mucho revuelo. En junio, los chicos se ponían en las paradas del micro y robaban a cuanto pasajero se bajaba. Va y viene.

- Las balaceras constantes, ¿son una realidad?

- Sí, es una realidad porque, a veces, el grado de la violencia, desgraciadamente, no pasa sólo por un cruce de palabras. También sucede que tirotean a la comisaría. La parroquia ocupa toda la zona, ya sea partes de Godoy Cruz y Luján de Cuyo. De un lado tenemos el barrio Los Alerces y por el otro lado, tenemos los barrios Huarpes, Chile, Alicia Moreau de Justo; y entre todos ellos hay rivalidades.

- Y entre estas rivalidades, hay algún lugar que se respeta. La parroquia, los talleres, las asociaciones de la Coordinadora, el Centro de Salud, el Polideportivo eran -o son- lugares “intocables”.

- Son respetados. No tenemos inconvenientes porque no hacemos diferencia de personas. Porque entre los que llegan también están hijos, hermanos o parientes de gente que no anda en la buena vida, y también se los ayuda. Como también, a veces, nos pasa que vienen los muchachos un tanto drogados y allí no entran razones, ni siquiera ellos respetan a su familia por la condición en la que están. En esas oportunidades se nos han presentado problemas, pero tengo la sensación de que vivimos con la violencia y que la violencia, en el barrio, está un poquito potenciada. Pero es entendible.

Recuerdo que en los primeros días de noviembre, los chicos jugaban a la pelota en la noche en las calles internas –ya que no tienen demasiado tráfico - acompañados de su familia. Cuando empezó diciembre, desaparecieron. No me olvido del tiroteo el lunes 28 de diciembre en la calle Terrada.

- ¿Y la gente que asiste o trabaja en la parroquia cómo enfrenta la situación?

- La gente está convencida de que hay que seguir ayudando y seguir apostando. Acá hay que seguir dos trabajos: la seguridad, que le corresponde al Ministerio y que va más allá de estar ahí sólo cuando sucede el problema. La gente termina sufriendo y sabe que la parroquia es el lugar que los incluye; pero, también, es consciente –y es doloroso decirlo- de que hay personas que es difícil recuperarlas por su entorno familiar, por las amistades o por el mismo entorno en que ha ido creciendo.

- Entonces, ¿cuál es la luz de esperanza?

- La esperanza de seguir trabajando por ellos. Si por algunas personas, pensamos que todo está perdido, estamos metiendo a todos en la misma bolsa. Sería injusto. Es como si Dios nos borrara a todos del mapa porque algunos se equivocan. Hay que seguir apostando y es lo que hacemos, no sólo desde la parroquia sino también de asociación coordinadora de entidades intermedias, porque apostamos a los niños. Lo que está pasando en estos días es que hay grupos de poder que va más allá de la violencia, que no es una violencia que porque no queremos al vecino, le tiramos las hojas sucias. Hay problemas que son más de fondo.

- En esto entra cuál es la responsabilidad que tenemos como sociedad: el taxi no entra porque es en el barrio La Gloria, la ambulancia tampoco, los jóvenes ocultan en su CV que viven allí por temor a que no consigan el empleo…

- Tengo un montón de chicos que ponen los domicilios de sus familiares para conseguir trabajo. Pero vayamos a otra realidad que no tiene conexión directa con el barrio La Gloria. Cuando vos publiqués esta nota, en la que digo que hay que seguir apostando -porque aunque sea un trabajo largo no hay que obrar de la misma manera porque mal con mal no se soluciona nada-, van a haber comentarios como “mejor, que se maten entre ellos” o “hagamos una muralla de tres metros” o “aislémoslos”. Me pregunto: ¿eso no es también violencia? Claro, el pensamiento es yo no mato a nadie, pero tampoco genero nada que beneficie y erradique la violencia. Si tenés mucha bronca y por más que querés que se maten entre ellos, podes ayudar no poniendo comentarios en los medios que generen más violencia. La verdad que ese día que nos tuvimos que esconder en el templo tuve miedo porque soy humano, pero también veo gente que se la juega y que se puede construir algo.

- Recuerdo las veces que conversé con gente del barrio, me decían lo orgullosos que estaban de tener la murga “Los Gloriosos Intocables” porque, por primera vez, salían en los diarios y no, precisamente, en la página de los policiales…

- Están orgullosos de la murga, de la radio… No sabés qué lindo fue ver la alegría de la gente por los egresados de los talleres de capacitación laboral o cuando hicimos la plaza temática, gracias a los aportes de la Municipalidad de Godoy Cruz y de las fundaciones Arcor y Minetti. Es la primera plaza, en no sé cuánto tiempo, que está enterita porque se realizó con la ayuda de los vecinos… Pero, de esto, sale poco en los medios.

- Si bien el barrio La Gloria es conflictivo, habría que ver cuán más conflictivo es respecto de otros barrios de Mendoza. Lo que pasa es que allí quedó el estigma.

- En algún momento, los problemas fueron muchos y la frase lo dice “hazte la fama y échate a dormir”. Después de aquel día del tiroteo, vi que la gente estuvo escondida varios días, salía a trabajar y se refugiaba en la casa. Recorría otros lados y veía que la gente caminaba tranquila y en mi barrio, no. Hay una situación compleja, pero no es toda la gente y los que provocan en conflicto son gente de grueso calibre. A mí también me robaron apenas llegué –que fue en agosto- y en setiembre me desvalijaron la casa. Pero, cuando estaba en Guaymallén también me asaltaron.

- En una instancia más personal, más allá de tu rol como sacerdote, de todo lo que te toca vivir en el barrio, vos sos una persona que fuiste directamente víctima de la inseguridad. Tu testimonio toma otro valor, porque ante tus pensamientos, muchos podrías cuestionarte: “Lo decís porque no te han matado a un familiar”… Pero, a vos, te mataron a tu hermano.

- Después del sábado 4 de abril del 2009, a las 21.30, mi vida cambió. La vida de mi familia cambió. Y nos sigue cambiando todos los días porque aún nos cuesta mucho. Antes de que asesinaran a mi hermano, pensaba que la gente valía y de hecho, ahora, sigo pensando lo mismo. Estos hechos corroboran mis ideales y mis convicciones. Mientras sigamos apostando a la gente, vamos a poder seguir revirtiendo situaciones. Desde mi punto de vista, si Dios conoce a las personas, sigue apostando… ¿Qué sacaría yo con venganza? En misa pregunto a la gente, ¿cuándo discuten en su casa se quedan contentos? ¿Qué me soluciona a mí actuar con bronca?

- Nada te devolvería la vida de Tomás…

- Nadie me la devolvería, ni quitándosela a otra persona, ni siendo vengativo con quien lo hizo, ni siendo vengativo con el sistema.

- Y Tomás Laporte era de esos que apostaba por la gente. No dudaba y se metía al Campo Papa (otro de los barrios “peligrosos”)… A todos consideraba por igual.

- Él se cuidaba… Mi vieja estuvo un mes sin ir a Cáritas hasta que volvió. No somos mejores que nadie y lo he pensado mucho. Es muy fácil predicar y después ser otro. Siento que no le gano a nadie, pero prefiero pensar cuando miro su foto o me acuerdo de él: “¿Qué le gustaría a mi hermano: que fuera un guacho y odiara a todo el mundo, o que tratara de hacer el bien?”. Creo que a todos nuestros difuntos les gustaría que tratáramos de hacer el bien. Y esto no lo pienso por miedo a la represalia, es por convicción. Siento que llega la noche, me acuesto y me duermo. Me puede reclamar otras cosas la conciencia, pero no que hice algo como le hicieron a mi hermano. Hablo con chicos que han estado en la delincuencia y en la droga, que han salido, que ya no quieren ser los mismos que antes… Pienso en qué quiere Dios para mí y qué le hubiera gustado: qué no haya venganza. Esto es lo que ha pasado en el barrio venganza con venganza, que ha traído más muerte, más inseguridad.

- Recuerdo las palabras de Jorge Contreras cuando se encontraba en la cárcel aquellos que habían vivido en el barrio y que esos internos le preguntaban cómo andaban las cosas por La Gloria, y el cura les contestaba, entre risas: “Con ustedes acá, mejor”…

- El sábado me tocó estar en el entierro de esos dos muchachos que mataron en El Carrizal. Me dio mucho dolor, tan jóvenes y muertos. Como había mucha gente del barrio, mucha gente que anda en cosas que a uno no le gusta, lo único que dije fue: “Me parece que por el honor de Darío y José tenemos que empezar a hacer otras cosas”. No me puedo meter en otros asuntos, sólo puedo abogar por el cambio en la gente. Para lo otro, está el Ministerio de Seguridad, las políticas de gobierno. También dije, porque miraba a las dos familias destruidas junto los cajones: “La sangre de estas personas requieren actitudes nuevas”. Les hablaba a ellos y me hablaba a mí: “Porque andamos haciendo cosas que no son, aquí estamos enterrando a estos dos muchachos. Estoy cansado de enterrar gente joven. Hagámosles un regalo a ellos: empecemos a dejar cosas que no tienen que hacerse”.

Cuando me fui, me quedé pensando en dónde terminarían mis palabras y leí de nuevo el discurso de Luther King “Tuve un sueño”, que me gusta mucho porque luchó mucho. Él dijo: “Parece que el cheque que tenemos para cobrar de justicia no tiene fondo. Pero hemos venido aquí porque sabemos que la justicia tiene fondo, que la verdad tiene fondo”. Es un mensaje esperanzador. Por eso tengo que empezar por lo qué hago yo. No somos una sociedad tan niña que no puede ver cómo hacer mejor las cosas. No tenemos que ser un espectador.

- En esto que decís que hay cosas que se deben dejar de hacer, ¿por cuáles cosas deberíamos comenzar como sociedad?

- En general, cada uno nos tenemos que preguntar qué hago yo en casa para cambiar este mundo en el que vivimos. ¿Qué hago en casa para ver que la verdad, la honestidad, el diálogo, la aceptación es un valor? ¿Qué hace un hijo cuándo escucha a su padre “hay que matar a todos”? Si bien uno podría despegarse de su familia, los modelos se toman desde el hogar y se puede transformar a la sociedad para que crezca. Me sorprendió lo de Frei, que fuera él personalmente a Piñera para felicitarlo porque ganó. Y acá hasta el poder político se enoja porque se lo cuestiona, como si fuera un error pedir que se hagan las cosas bien.

Muchas cosas requieren de educación, tenemos que dar solución para que los padres contengan a sus hijos. Nosotros en el barrio tenemos muchos niños huérfanos de padres vivos. Los niños que tiraron la piedra en la calle Paso –por la cual murió Juan Manuel Olmo-, que vivían en el barrio Los Alerces, son de nuestra parroquia. Uno de esos niños tenía una situación muy compleja, al padre le daba lo mismo que estuviera afuera o adentro. Ahí tiene que estar actuando el Estado para obligar al padre a cumplir su rol: que cuide a su hijo… De este modo, no tendríamos, como te digo, niños huérfanos de padres vivos.

Escrito por:
Mariana Alvarez
Fotografía: Mdzol, barriolagloria.com.ar
Fuente: Mdzol

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