“CODECOP seguridad”

Domingo, abril 18, 2010
Cultura//Taller Literario//

"...no me olvido tu cara hijo de puta, la de ninguno de los 5 que fueron esa noche. Yo viajaba en el micro que hace el recorrido desde Luján a la terminal, pasando entre otros por el barrio Flor de Cuyo. La noche rutinaria. Dos señoras sentadas cerca del chofer parloteaban sin parar, al fondo los 5, en el medio yo, y él próximo a mí. Él, moreno cuarentón de pelo oscuro, de ropas simples sucias de la labor del día, de escasas piezas dentarias en mal estado.

El muchacho enciende un cigarrillo y se dispone a saborearlo cuando el chofer (que había venido fumando todo el viaje) le recuerda que esa es una prohibición que no puede transgredir, el moreno apaga el encendido amigo pero antes expresa su disconformidad con respecto a la autoatribución de poderes de los cuales el empleado había hecho uso.

Al volver a su asiento descubre que los 5 lo miraban bien firme y a uno de ellos se le escapa un intimidador “quedate tranquilo, eh?” El viaje continúa sin sobresaltos, la tensión en el aire se vuelve insoportable. Tal vez alguien sube, o baja del transporte, no lo recuerdo, mi atención se centraba en otro sitio, en el medio.

Llegó la parada del muchacho y se levantó para tocar el timbre, ya en la puerta se permitió expresar unas últimas palabras de disconformidad; bajó, y detrás de él se apuraron los 5 para alcanzarlo antes de que tuviera tiempo de huir. El micro no avanza, las señoras presienten que algo tienen que hacer y le exigen al chofer que arranque, él se niega recordando que los 5 han dejado sus bolsos en los asientos. Yo miro, no puedo parar de mirar. No puedo permitirme interferir, aun no. Volvieron los 5 comentando orgullosos el resultado de su cacería. Codeándose, haciendo chistes y riendo se elogiaban mutuamente. El viaje continuó sin sobresaltos, ya nadie más se animó a hablar. Ya no tengo miedo de la incierta inseguridad de las calles, le temo a la seguridad de los golpes.


Acaso un año o dos pasaron y yo lo creía olvidado, pero hoy me subí al micro lleno de gente y en el fondo los 5, que ya no eran 5 sino 4 o 6 o algún número, eran la misma masa azul, agresiva, relatándose mutuamente hazañas violentas, patadas a perros, maltratos a ebrios, abusos y más abusos. Ellos llevan armas cargadas. Ellos son el poder. Ellos toman el poder que el pueblo les otorga, el mismo pueblo al que reprimen.

Esa noche no pude actuar, pero no he olvidado nada. Llegué a casa con náuseas.

Escrito por: Carolina Laparra

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