Peleadores de la noche

Martes 13 de abril de 2010
Comunicación//Sociedad//

Son pendencieros de cuna y, entre una mina en la falda y una trompeadera, no dudan quedarse con la última. Si ganan, van en busca de la presa. Los peleadores tienen sangre cuajada en sus bocas de fuego que arden de dolor con el primer trago de agua que concede la enfermera o el agente policial.

La fauna nocturna es un territorio social. No obstante un espacio nómade que se va conquistando noche tras noche por bandas de pibes que encuentran allí, y tal vez solo allí, la terapia colectiva que no le ofrecen las políticas culturales, la familia o el amor. Las clásicas piñaderas a la salida de un boliche, el sillazo que irrumpe en la apacible noche sobre la cabeza de un cristiano, por mirarse mal con otro o por una piba que relojea desafiante al seductor.

El circuito que empezó en el drugstore continúa en el pub o en el boliche, y, de allí, un patrullero o una ambulancia serán los cocheros que transporten los restos de los reos y los lancen a una cama de hospital público, a una guardia atestada de desesperados maleantes. Algunos salen a pelear desde el vamos y otros se encuentran en plena pelea sin saberlo, muchos menos imaginarlo cuando se empilchaban frente al espejo a las diez de la noche.

Los peleadores sangran y muchos pierden dientes, tienen las ropas rajadas, los pelos revueltos y, por lo general, barro en los tamangos. Se estimulan en las plazas por la tarde y entrada la nochecita otoñal hacen planes y carburan rumbos y destinos inciertos. Son pendencieros de cuna y, entre una mina en la falda y una trompeadera, no dudan quedarse con la última. Si ganan, van en busca de la presa.

Es en el celaje indefinido cuando la derrota es patente de corso y cada pirata vuelve a su buque de guerra, a dormitar la mona y esperar la jornada confusa entre mate y tortitas raspadas. Los peleadores están en sitios de encierro: el hospital y el calabozo. Los peleadores tienen sangre cuajada en sus bocas de fuego que arden de dolor con el primer trago de agua que concede la enfermera o el agente policial.

Si la primera llamada telefónica desde la comisaría no es a la madre es porque no la tienen en vida, y por eso la sufren, y por eso le prometen no volver a las andanzas en un tatuaje en código en el hombro derecho.


Escrito por: Marcelo Padilla
Fuente: Mdzol

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