La red social básica: el barrio

Entré en un mundo paranormal, que según James E. Alcock es algo que no es compatible con la norma de las percepciones, de las creencias y de las expectativas referentes a la realidad.

Volví a ser un infante, deje mi caparazón de miedos y tabúes
y me inmiscuí en una realidad que es poco cotidiana en esta vida.

Lejos de las redes sociales que poco tienen de sociales, retomé la Red social básica, la del barrio, la de la calle, la de la plaza, lejos de botones, sonidos polifónicos, alejados de esos "me gusta" que pocos
creen su veracidad.

En esta red social, hay un grupo de características que la diferencian
de las otras. En fin, volvía a pegarme un porrazo en el juego de las carreritas
con bolsa de papas, lo más lindo fue que no gané pero me divertí igual, sobre todo
al ver mi ropa llena de tierra. Una particularidad de esta red social es que las
risas no se escriben si no se esbozan con la voz y tampoco se leen se sienten.

Muchas veces se dice que todos llevamos un niño dentro nuestro, pero pocas veces
le golpeamos la puerta en la siesta para salir a jugar, muchas veces lo dejamos
ahi aburrido mirando a través de una persiana americana a los demás niños que pasan las tardes aún
en la calle, la mejor escuela sin dudas. Hoy deteriorada, bastardeada por aquellos adultos
que se creen dueños de ella, pero la calle es y será de los niños.



En la plaza de mi barrio, volví a ser niño. Pero una vez que se cortó la música, se acabaron los juegos, el chocolate se evaporó, la murga siguió su camino de bombos,
mi niño se hechó a dormir, pero antes de entrar en el primer sueño, me dijo que no lo
despertara a menos que sea para salir a jugar.

Escrito por: Francisco Martinez Espinosa
Fotografía: Majo Fernández, Priscila Jardel, Francisco Martinez Espinosa

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