Palabra Viva

La voz de escritores argentinos desaparecidos y asesinados durante la dictadura militar (1976-1983), recorre hoy Francia con el libro Palabra Viva, testimonio de seres a los que les arrebataron la vida, pero no su huella.

La obra recopila biografías, poemas, cartas, reportajes, cuentos y ensayos periodísticos de 116 autores de edades entre 17 y 63 años, víctimas de ese período de angustia y terror que marcó un segmento de la historia de Argentina.

Ejercicio social de la memoria que le debíamos a esos colegas nuestros, dijo a Prensa Latina la presidenta de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA), Graciela Aráoz, quien presentó el texto en el Salón del Libro de París.

Es la mejor manera de impedir el olvido de quienes son una insignia de la SEA, un símbolo que nos duele, que nos fortalece, para seguir pronunciándonos desde la creación por el juicio y castigo a todos los culpables y por el No a la impunidad, añadió.

Araóz señaló que a ellos no los mataron por escribir, sino por ser militantes, y resaltó la distinción de presentarlos en París, "la capital de la gran Revolución francesa, de mayo del 68".

Consideró un honor que la palabra de los desaparecidos y asesinados durante la dictadura militar esté viva hoy y siempre en este salón, como antes lo estuvo en Frankfurt, y pueda ser traducida a diferentes lenguas.

La dictadura militar más terrible que padeció Argentina nos dejó huérfanos de estos maestros con los que hubiéramos podido crecer y enriquecernos, sentenció.

Remarcó que todos los presentes en el libro tienen el mismo valor, desde los más conocidos como Rodolfo Walsh, Haroldo Conti y Roberto Santero, hasta otros menos divulgados como José Beláustegui.

De este último, desaparecido a los 23 años de edad, leyó un poema escrito por Beláustegui a los 13 y del cual su padre dijo que era "una sorprendente premonición".

"Sé que algún día dejaré de pertenecer al mundo/ y nunca más podré escribir/ ni hacer el amor/ ni disfrazar la naturaleza con un poema/ ni viajar en los libros/ ni exponer mis ideas./Por eso es que en este poema dejo mar, cielo y luna/ mariposas, besos y sirenas/ y me dejo a mí/ porque cuando muera seguiré viviendo en estos versos".

La presidenta de la SEA agregó que este es un ejercicio social de la memoria desgarrante pero fortalecedor el cual espera se siga enriqueciendo con la aparición de textos de otros escritores aún desconocidos.

Por su parte, el ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, Hernán Lombardi, manifestó a Prensa latina que recopilar la obra literaria de esos intelectuales víctimas de una dictadura muy dura en los años 70 es una forma de homenajearlos y a su vez de proyectar su memoria hacia el futuro.

Palabra Viva vio la luz el 4 de mayo de 2005 con una edición de cinco mil ejemplares en la cual se recogía la obra de 106 escritoras y escritores.

En febrero de 2007 se presentó en la Feria Internacional del Libro de la Habana (Cuba) impreso por la editorial José Martí, y en 2010 en la Feria de Frankfurt, traducido al inglés.

El 32 Salón de París acoge este año a Buenos Aires, declarada Capital Mundial del Libro 2011 por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

En un notable espacio del gigantesco recinto ferial, la muestra se enorgullece de presentar el Café de Buenos Aires, donde se puede intercambiar con personalidades argentinas como el dibujante Quino (el autor de Mafalda).

También los escritores Luisa Futoransky, Martin Kohan, Pablo de Santis, Elsa Osorio, Oliverio Coeho, Laura Alcoba, Alicia Dujovne-Ortiz, Jorge Fondebrider, Andrés Neuman, Alan Pauls y Hernán Ronsino, Hermenegildo Sabat, Alicia de Arteaga, Eduardo Berti, Juan José Sebreli, Damián Tabarovsky y Maximiliano Tomas.

"Tragarse el sol y regresar.
Calzarse la piel del domingo
como zapatos incómodos y nuevos.
Dormir un poco más:
la semana se extenderá como un fantasma duro,
la sirena implacable suena
todos los días a las siete y empezamos.
Entonces contarse un desayuno inédito,
mentirse los dolores del invierno y la semana,
pulir las cicatrices,
salir a atropellar
el aire del otoño en día libre.

En los parques los hombres y mujerres
habitualmente abrazados y en ropas de domingo
(que debe parecerse a la de los lunes a viernes
secretaria del jefe teléfono sorpresa;
o no debe parecerse
albañil andamio vértigo).
El sol es un océano dorado
que se alquila dos veces por semana.
La tristeza
como una mujer de blanco y sin mejillas
cabalgará los parques
cuando la noche llegue a sembrar epitafios
que no serán leidos.
Tragarse el sol y regresar.
El pasto es una tumba mayúscula
para pequeñas muertes
que no se publicarán en ningún diario.
Tomar el colectivo vagamente invadido
de olor a globo y barrilete arrugado.
Volver a encontrarnos el rostro en el espejo,
contarnos las historias del olvido
y saber
que son historias.
Repetir el gesto de la última hora.
La camisa planchada se hastía en una silla,
la cena es un silencio azul
extendido a lo largo de la mesa
como un muerto que nunca volverá a moverse.
Verificar el orden de los ritos
o simplemente cumplirlos.
Es tarde, hace mucho que es tarde
y el sueño barrerá la última mentira."

Maria Elena, 6 de abril de 1977.

Fuente: Prensa Latina, aticosinascensor.blogspot.com

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