"Algunos periodistas están repitiendo lo que hicieron en el '76" Héctor Timerman

El embajador argentino en Estados Unidos recuerda las actitudes de algunos comunicadores durante la última dictadura militar. Analiza el desempeño de ADEPA y la SIP, destaca la “valentía” del modelo comenzado en 2003 y, a la distancia, observa su rol como director de La Tarde, durante los primeros meses del golpe de Estado.



-Sin entrar en nombres propios, ¿no es curioso que muchos que abogan por la libertad de expresión, se escudan en la SIP o ADEPA que no han tenido expresiones muy claras frente a algunos episodios?

-Es una historia larga. Es cierto que tanto la SIP como ADEPA representan a los dueños de los medios. Para ser miembro de ADEPA o de la SIP, uno tiene que tener una empresa. No hay periodistas en ninguno de esos dos organismos; hay empresarios. Eso por un lado. Por otro lado, no es lo mismo la SIP que ADEPA, por lo menos desde un punto de vista histórico. ADEPA solamente hace lobby para obtener beneficios económicos para las empresas que representa; jamás hizo nada por la libertad de expresión en la Argentina. Nunca se pronunció por ningún tema que haga al mejor desarrollo de la tarea periodística. Por otro lado, la SIP, que es una organización similar, debo reconocer que en la dictadura en la Argentina tuvo una actitud muy valiente de una defensa de muchos periodistas que estaban desaparecidos, aun contra el enojo de Claudio Escribano, Raúl Kraiselburd, y varios más, que se oponían a que la SIP se entrometa en esos temas. Inclusive hizo una misión a la Argentina donde denunció las graves violaciones a la libertad de expresión y a la vida de los periodistas. Salvando esa distancia, es cierto que la SIP tiene una actitud muy parecida a la de ADEPA, pero no puedo dejar de reconocer ese gesto.

-Usted acaba de hacer mención a la última dictadura militar. Una nota publicada en el diario Perfil recuerda su participación como director de La Tarde y usted ha reconocido la situación ¿La línea editorial del diario se hubiera mantenido de haber seguido en el mercado?

-Ése era un diario que salió y duró cuatro meses. Justamente porque nosotros nunca pensamos que la dictadura iba a ser lo que fue; que iban a haber las violaciones a los Derechos Humanos que luego se sucedieron. Por lo tanto no se podía hacer periodismo y mucho menos con un diario nuevo. Entonces fracasó por nuestro desconocimiento del plan de exterminio que vino después. Le quiero aclarar algo: si usted revista la historia de La Opinión, que es el diario importante –porque el otro salió cuatro meses y nunca vendió más de cinco mil ejemplares-, verá que el 20 de mayo del ’76, ya salen editoriales denunciando la desaparición de personas. Especialmente, el caso de Germán Michelini, que era un periodista de La Opinión y un político uruguayo refugiado en la Argentina. Para serle honesto, yo en general reconozco el error de haber aceptado que mi nombre aparezca bajo la dirección de un diario durante la dictadura, porque iba en contra de mis ideas en aquel entonces, así como ahora. Yo era un militante peronista y lamentablemente tuve esa actitud de la cual me he arrepentido toda mi vida. A partir del año ’77 empiezo con mis actividades de Derechos Humanos, primero en la Argentina y después en el exterior, cuando me exilio. Y hasta el día de hoy sigo teniendo una actividad –aparte de mi política en periodismo y del trabajo que hago en la embajada- en muchas organizaciones de Derechos Humanos y he sido, también, fundador de varias. Lo que quiero decirle, es que esa nota la hicieron, nada más, como parte del ataque sistemático contra el Gobierno nacional.

-Y a la distancia, ¿cómo lo ve?

No estoy orgulloso, estoy bastante avergonzado. Pero si eso sirve para que el periodismo debata el rol que tuvo durante la dictadura, bienvenido sea. Siempre digo lo mismo: “Hagamos un debate abierto”. Y que los jóvenes –ustedes- entiendan el grave riesgo que tiene un periodismo irresponsable, que juega con las instituciones para obtener beneficios económicos. No se dan cuenta que están repitiendo lo mismo que hicieron en el año ’76. Equivocarse por segunda vez, en algo que costó tantas vidas humanas…yo no sé cómo se puede permitir una cosa así. Entonces, si ellos creen que, acusándome a mí, por esos cuatro meses, yo puedo asumir una culpa y, a partir de eso, abrir un debate, lo abro. ¡Pero nadie quiere debatir conmigo sobre la dictadura y los medios! Lo que están haciendo ahora es lo mismo que hicieron en el ’76.

-Justamente uno de esos periodistas, elogioso con la dictadura militar, planteó que puede haber un muerto a causa del terrorismo de Estado durante un gobierno democrático ¿Qué le produce?

-Me siento avergonzado. A mí me da vergüenza que a un gremio al que yo quiero tanto y del cual soy miembro haya tenido esa actitud terrible de ir al Congreso a hacerse las víctimas, cuando en realidad no son víctimas de nada. Y aparte, plantear lo del muerto, es convocar a la violencia. El señor (Joaquín) Morales Solá va a ser el responsable si pasa algo en la Argentina, porque nadie más que él está convocando a la violencia. Además, ellos se fueron a quejar porque salieron unos afiches, ¡¿y cuando salieron afiches en contra mío los periodistas no sintieron que era una amenaza contra el gremio?! A mí también me sacaron afiches en todo el microcentro, ¿y qué iba a hacer yo? ¡Nada! Porque así son las reglas del juego. Me sentí agredido, pero no amenazado, no fui a hacer una denuncia policial, no hice nada. Entonces, estos señores están usando eso para intentar demostrar que acá hay un clima de violencia ¡que no hay!

-¿Cree realmente que estos comunicadores sienten temor o están buscando una erosión política?

-Pero no le quepa ninguna duda que están buscando la caída del Gobierno. ¿Qué temor? Temor teníamos cuando llamaba Harguindeguy a las diez de la noche y había que contestar el teléfono, como me pasó a mí. Eso daba miedo. Cuando llamaba un colega, que había otro que no había vuelto a la casa y no sabíamos qué pasaba. Cuando a los 22 años tuve que ir a presentar un recurso de habeas corpus por la familia de Enrique Raab. Eso daba miedo. Uno después no dormía a la noche del miedo que tenía. ¿Qué miedo tienen ahora? ¿A qué? Y lo que más bronca me da es que la mayoría de los que estaban ahí fueron periodistas en los ’70. No lo vi nunca a Morales Solá denunciando la persecución a los periodistas en los años ’70.

-Porque, a lo mejor, formaba parte de esa persecución.

-¡Y bueno! Entonces, qué vienen ahora a decir que les sacaron afiches ¡A mí también me sacaron afiches! Y no por eso me sentí amenazado. Así es la vida del político. En Estados Unidos dicen que si no le gusta el calor, salga de la cocina.

-Víctor Hugo Morales ha hablado de que aquí hay una dictadura de los medios de comunicación. ¿Está de acuerdo?

-No, creo que lo que hay es una situación en la cual los medios son parte de los principales grupos empresarios, cuyos principales negocios no tienen nada que ver con el periodismo. Entonces, lo usan como guardaespaldas o factor de poder, para obtener beneficios para las verdaderas empresas que les dan dinero: ganan muchísima más plata Cablevisión y Multicanal que el diario Clarín. Ganaban más plata con el fútbol que con Radio Mitre. Pero con Clarín y Radio Mitre mantienen la presión política para obtener beneficios para las demás empresas. El periodismo no tiene que estar vinculado a otros negocios.

-¿Cree que, aunque Marcela y Felipe Noble Herrera sean hijos de desaparecidos, la verdad llegará a saberse?

-Yo no sé si son o no hijos de desaparecidos. Lo que sí sé es que no puede haber una ley para pobres y otra para ricos: o todos los que caemos en las posibilidades de ser hijos de desaparecidos nos hacemos los análisis o no se los hace nadie. Pero si la Ley dice que se los tienen que hacer, se los tienen que hacer, aunque sean los hijos de Ernestina Herrera de Noble. Ella, por tener hijos adoptados, tendría que ser la campeona y poner todos sus medios a disposición de la búsqueda de los otros 400 chicos. Pero la adopción de sus chicos no es muy legítima y entonces ahí se complica mucho más, porque ella puede haber sido cómplice de un delito de apropiación de menores

-¿Qué opina de la primero tibia y luego inexistente condena de los Estados Unidos frente al caso Honduras?

-Sobre eso no hablo públicamente, porque soy el embajador en Estados Unidos, no un analista político. Me caben las generales de la ley de respetar los límites que tengo por ser embajador.

-¿Cómo ve el panorama comunicacional una vez que esta llamada guerra entre Clarín y el Gobierno haya finalizado?

-Yo no pienso que hay una guerra entre Clarín y el Gobierno, sino que lo que hay es una guerra entre Clarín y la democratización de las comunicaciones en la Argentina. El oficialismo ha tenido la valentía de poner todos los temas sobre la mesa y que la población tenga la oportunidad de discutirlo, y los legisladores de sancionar la ley. Clarín logró que todos los gobiernos anteriores no se animen a hacer lo que este sí. Una de las razones por las cuales apoyo tan fervorosamente a este modelo. Porque ha tenido la valentía de demostrar que se puede vivir con diez tapas de Clarín en contra; la Presidenta ya tuvo más de 200 tapas de Clarín en contra. Y acá estamos.

-¿Cree que hay una alternativa real de poder a la izquierda del kirchnerismo?

-No, de ninguna manera. Me parece que el que no entiende al peronismo comete el error de quedar aislado con grupos minoritarios, que no tienen ningún peso a la hora de ir a las elecciones. En este momento hay un proyecto progresista, de centroizquierda, pero realista. No se puede pedir lo imposible. No somos poetas, somos políticos. Me parece que la incorporación de los grupos de izquierda democrática, va a movilizar al kirchnerismo hacia posturas más progresistas. En la medida en que la izquierda se aísle en ser puristas no van a tener influencia en la sociedad, en las elecciones ni en el próximo gobierno.




Escrito por: Iván Schargrodsky
Fuente: politicargentina.com


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