Entrevista: Maria Seoane Directora de Radio Nacional

“Reinventar la Argentina es una misión posible”
De la mano de la escritora y periodista Maria Seoane, nueva directora de Radio Nacional, un repaso por los puntos más conflictivos de discusión política contemporánea. Configurados en un escenario nacional que luego de las elecciones legislativas lentamente comienza a buscar otro ritmo.

Nuevas disputas políticas y sectoriales tiñen el panorama nacional, con partidos que lentamente comienzan a ocupar posiciones de poder y figuras protagonistas que reciben la adhesión de bastos espacios ciudadanos. Nuevos desafíos de gobernabilidad se suman a las discusiones en torno al modelo de país que queremos. En este entramado de temas y focos de atención la voz comprometida y crítica de Maria Seoane, brindándonos una reflexión quizás esclarecedora. Una oportunidad para conocer la opinión de la nueva directora de Radio Nacional que tras el ofrecimiento del presidente del Sistema Nacional de Medios Públicos, Tristán Bauer, ocupará el cargo ejercido hasta entonces por Eduardo García Caffi.

-¿Cree que puede leerse, el revés electoral sufrido por el oficialismo en las elecciones legislativas pasadas, como verdadero síntoma de una caída del protagonismo arrollador de la figura de Kirchner en la política argentina?

-No. La derrota electoral del oficialismo tiene múltiples explicaciones. Ensayo tres de distinto sentido: una, es que considero que el método de acción política de Kirchner- una conducción cerrada, no consultiva- se agotó al promediar el año 2006, cuando la economía dio señales de estabilidad y crecimiento, y Kirchner abandonó al mismo tiempo la construcción de una fuerza o corriente propia que le diera fuerza desde la centroizquierda más allá de los límites del justicialismo.

Otra, es que la puja distributiva- expresada con virulencia en el conflicto con el bloque agrario de la pampa húmeda- debilitó al gobierno y le quitó respaldo en amplios sectores medios. Y la tercera es que el debilitamiento de todo el sistema político dejó a los partidos- tanto al PJ como a los de la oposición- merced a la presión de las corporaciones, entendidas como núcleos económicos que reclaman al Estado un menor control o menor presión impositiva o cambiaria. En este sentido, el nuevo escenario prefigura una peligrosa silueta de democracia corporativa, a no ser que el sistema político se reforme y se recreen las instituciones partidarias.

-La victoria de Francisco de Narváez en Buenos Aires o de los candidatos de Cobos en Mendoza ¿puede interpretarse como un apoyo sincero de la ciudadanía a estos políticos, o como una demostración más de los votantes en repudio a un proyecto oficial?

-Los casos no son iguales. Pero sí: ambos casos tienen un voto No-K, es decir, un voto crítico del gobierno. No es posible decir que todo ese voto crítico a Cobos o a De Narváez significa que es un voto en contra de todo lo hecho por el gobierno. Ni siquiera puede pensarse que es un voto a favor de algo. No se conocieron en esta campaña qué quería cada candidato. El electorado sólo supo que eran opositores. Y punto. Pero no saben qué piensan hacer ni con el Estado, ni con la economía ni con otros asuntos.

-La fuerza política agrupada tras la figura del Pino Solanas crece en proporciones no imaginadas para ser un proyecto relativamente nuevo y fuera de los aparatos más poderosos del peronismo ¿qué opinión tiene acerca de este proyecto político?

-Pino arrastró desde la izquierda un voto crítico del gobierno sobre todo en su forma de conducir la política. Pero también arrastró el voto opositor a Macri no desde la izquierda sino del centro y centro-derecha. Pino batalló durante años por el tema de las privatizaciones y de los recursos naturales, y en este sentido es un tema en el que el gobierno debía haber avanzado por izquierda pero tampoco lo hizo. ¿La sociedad hubiera soportado que Kirchner hubiera re nacionalizado YPF como quería Pino? ¿Lo seguirían a Pino para que gobierne o sólo para que se oponga? Son preguntas aún sin respuestas. Pero siempre es importante que existan dirigentes como Pino y muchos de las mujeres y hombres que lo acompañan.

-¿Y de la Coalición Cívica?

-En el caso de la Coalición Cívica su proceso es menos claro. Se han ido definiendo como un centro-derecha republicano, afín al ideario radical pero en las últimas elecciones ese núcleo dirigido por Elisa Carrió parece buscar aún una identidad.

-Luego de las elecciones, la presidenta Cristina Fernández convocó a todos los actores sociales y la oposición, al diálogo, quizás como estrategia legitimadora, ¿cuáles piensa que son los problemas más importantes que deberá resolver la presidenta en adelante para continuar plenamente con su gestión?

-La pregunta no me parece bien formulada. El gobierno de Cristina Fernández no debe legitimarse porque la gente la votó hasta el 2011. Hasta ese momento tiene legitimidad, si es que aprendimos algo de nuestra historia reciente. En todo caso las urnas acaban de decir que debe rectificar ciertos rumbos para garantizar la gobernabilidad. Respecto de los temas más importantes: impulsar la reconstrucción del sistema político para que nuestra democracia no caiga rendida ante la presión de las corporaciones económicas.

Le pasó a Alfonsín, le pasó a De la Rúa. No digo a Menem porque la suya era una democracia corporativa, donde el lobby del mercado determinaba el rumbo. Otros asuntos son: trabajar sobre la inequidad social. La brecha entre pobres y ricos es aún enorme, con pocos cambios según la heredada de los noventa. La construcción de consenso es vital: pero deberá ser realizado desde el sistema político- partidos- e instituciones, específicamente al Congreso. Hay muchas medidas que se deben tomar desde el gobierno: la deuda social es la mayor. La menor, la rentabilidad agraria.

-¿Considera acertado los cambios de gabinete realizados en el gobierno recientemente, teniendo en cuenta que figuras claves y cuestionadas como por ejemplo el ministro de comercio del interior Guillermo Moreno, seguirán formando parte del plantel de funcionarios establecido?

-Vamos a ponernos de acuerdo. El cambio de nombres mucho no importa si no cambian las políticas. Lo que aparece es que la política del encierro del gobierno comenzó a cambiar. Sobre Moreno le daré mi opinión. El gobierno decidió que la Argentina perdía mucho dinero si no manipulaba el índice de inflación del INDEC porque el ajuste de los bonos estaba atado a ese índice. Esto fue decidido por Kirchner y Lavagna. Por eso la reconstrucción del INDEC vendrá sólo si esa situación es corregida, de fondo.

Y el costo de esa manipulación fue más grave estratégicamente que el dinero que se podía gastar, porque se sabe que, finalmente, el dinero siempre es lo más barato y que de la pérdida de confianza política no se vuelve y tiene un costo ilimitado. Ahora bien: ¿el tema es que se vaya Moreno o que se arregle el INDEC? Porque son dos cosas distintas. ¿Quién quiere que Moreno se vaya? ¿La señora ama de casa, el ciudadano de a pié o las cámaras empresarias? Moreno tiene fama de ser el único secretario de comercio que no se pudo coimear.

Tiene fama de hombre honesto, que con malos modales hace cumplir los acuerdos de precios. Ahora bien ¿cuál es el problema? ¿Sus malos modales o que controla los precios de gente que no quiere ser controlada? Son preguntas, preguntas fuera de la comidilla informativa que demoniza nombres pero oculta conflictos: ¿el conflicto son los modales o el control de precios, para que los consumidores no paguemos lo que no corresponde?

-¿Le parece que la asignación de estos nuevos ministros, es solo un canje de nombres en el gobierno o realmente hay detrás una verdadera voluntad política de cambio después de un profundo análisis de los errores cometidos?

-La historia dirá si el gobierno entendió a fondo el mensaje de las urnas.

-Una larga espera en reclamo de un mayor presupuesto que nunca llegó, impulsaron al secretario de Cultura de la Nación, José Nun, a presentar su renuncia. El cargo fue reemplazado por el cineasta Jorge Coscia, ¿que valoración tiene del nuevo ministro de cultura?

-Tanto Nun como Coscia tienen la trayectoria y el espíritu que los hace valiosos para ese cargo. Como siempre, la gestión desarrollada es la que definirá su aptitud.

-La pelea de Kirchner con Clarín, y la fuerte participación accionaria de Narváez en América , sumado a la actual concentración de medios, renueva el debate en torno a la ley de radiodifusión, ¿Qué opinión tiene acerca de esta histórica deuda en relación a las circunstancias en las que resurge la discusión?

-Sólo puedo decirle que es una deuda de la democracia modificar esa ley de la dictadura. Que esa ley debe ser modificada con un amplio debate y consenso. Y que son los dirigentes políticos los que deben garantizar que no sea una ley contra nadie o a favor de un grupo económico, sino la necesaria para garantizar el pluralismo informativo y la libertad de expresión.

-Han pasado quince años del atentado a la Amia y el delito aún continúa impune, ¿qué reflexión, se merece la asignación del “Fino” Palacios al frente de la policía porteña teniendo en cuanta su imputación en la causa que investiga el atentado contra la sede?

-El nuevo jefe policial elegido por Mauricio Macri nace cuestionado por todos los sectores políticos, por sus antecedentes. Pero Macri no escuchó y no parece dispuesto ni siquiera a dialogar sobre el tema. Parece tener un pacto personal – dijo que confía en él- con el policía. Eso no es lo que aconseja la democracia ni la institucionalidad.

-A un año del voto “no positivo” clímax del conflicto con el campo, la popularidad del gobierno que venía en baja se resintió más, ¿piensa que el campo seguirá jugando un rol importante y que el tema “retenciones” aún sigue siendo uno de los debates económicos más fuertes en torno al crecimiento?

-Sí. Lo que es lamentable que el tema sigan siendo las retenciones, pagar menos, que es eso de lo que se trata el conflicto. Se trata de dinero, unos tres mil millones de dólares que se apropia el Estado para repartir o se lo quedan los dueños del cultivo de soja. Bueno, digo lamentablemente porque el mayor problema es que tenemos más del 60 por ciento de la superficie cultivada en un bien que no consumimos. Lo que urge es plantear una política agropecuaria a largo plazo.

No se puede si todo se reduce a que el Estado, el gobierno y la oposición discutan cómo reducir retenciones más que cómo hacer para que todo el campo produzca y el dinero que vaya al Estado se reparta no sólo en subsidios a empresas de servicios que luego no invierten sino para achicar la brecha social. El tema más grave es que del país se fueron 35 mil millones de dólares… Los grandes dueños de la economía no reinvierten, fugan. Entonces, una pregunta sería: ¿si se reduce en 10 por ciento la retención a la soja, ese dinero los dueños de ese bien lo invertirán acá o lo fugarán al exterior?

-De cara al Bicentenario y tras 26 años de Democracia ¿cuáles piensa que son los grandes desafíos que debe afrontar la nación en adelante para constituirse íntegramente y que lugar ocupa la esperanza en el horizonte ciudadano?

-Mi esperanza personal y como argentina que conoce la historia de nuestro país es que se reedite un espíritu colectivo, en función de un proyecto de país que nos incluya a todos. Para eso, es necesario pensar juntos todos los sectores. Pero si cada sector se sienta a discutir a ver cómo se lleva la parte mejor de la torta, eso será imposible. Refundar los partidos, o coaliciones de centro, derecha, centroizquierda, es una vía para revitalizar la esperanza.

Si no, se queda presa de la búsqueda de ganancia del mercado. Eso no está mal, pero eso, como decía John Locke, es el Leviatán, el hombre caníbal del hombre. Sólo la política que tenga a la gente como actora puede volver a alimentar la esperanza de un destino común. Veremos, veremos qué temple de próceres- el desinterés, los ideales, el compromiso con los que menos tienen, la presión sobre los que más tienen- despliegan los actuales dirigentes. Veremos si reinventar la Argentina es una misión aún posible.

Escrito por: Javier Cusimano

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